Affettuoso, Tempestoso... ¿Allegro ma non troppo también?
Impresiones: Existen convenciones claramente reconocibles en contextos diversos, de hecho en casi cualquier área del pensamiento, sean manifestaciones artísticas o formales – por su valor probatorio – es posible entrever características similares y vinculantes a corrientes de pensamiento o tendencias de moda; pero claro, en estos tiempos es casi una norma que esta revisión suela hacerse bajo la etiqueta de lo contracultural. Estos lugares comunes, parte de una época o esquema mental, justifican su existencia en su propia esencia como factores inseparables y necesarios para su desenvolvimiento y asimilación, pues no es sino hasta que existe uno o más rasgos peculiares que la definición se hace tangible, comprensible y puede adoptarse por un grupo de individuos. Éstos a su vez, se encargarán no solo de entenderlo sino que en algún punto lo harán suyo y hasta podrán modificarlo, o cuando menos influenciarlo; debido a la naturaleza dinámica del esquema de estas manifestaciones culturales, y por supuesto en concordancia con el pensamiento académico, científico, occidental o humano si se quiere. Sin embargo, estas convenciones útiles para reconocer determinados movimientos tras su asentamiento, llegan a un punto de renovación y hasta de la subversión; usando el criterio para las ciencias de Thomas Kuhn, todo paradigma sufrirá un cambio, una renovación subversiva que arrastre al imperante y acomodado. Es cierto que este concepto es aplicado en un contexto de las revoluciones científicas, pero su base se puede usar en otros rangos también; en los movimientos culturales y artísticos, por ejemplo. Tenemos así que todo supuesto será transgredido a merced de la renovación, y como se puede imaginar, salvo excepciones, la primera opción siempre suele ser lo opuesto.
"You talkin' to me? You talkin' to me?..."
Tratando de ser inclusivos, la literatura, el cine, la animación o la creación de ficción en sí, cuenta con géneros delimitados por patrones claros de desarrollo y convenciones obligatorias. Cada diálogo, situación, encuadre, giro y personaje deberá estar moldeado por esta suerte de manual intrínseco de pautas obligatorias; podemos hablar de un tipo de lenguaje de comunicación, y de ser así, para que se dé tiene que usar un código reconocible por los interlocutores. Esa concordancia en un código define lo que es en fin último la pertenencia al colectivo. ¿Qué sucede cuando no se cumple este patrón? Pues el mensaje se pierde y resulta inútil – claro, esto ocurre con la suma de otros factores dependientes de perspectivas culturales, formación o hasta idiosincrasia –, pero en otras ocasiones se conforma un nuevo lenguaje que deberá ser aprendido; uno que puede ser nuevo radicalmente o subversivo como mencionamos antes, confrontando a uno de los interlocutores y obligándolo torcer sus convicciones. Esto entra en el ámbito de la llamada “deconstrucción” de los géneros. Planteada por Jacques Derrida a partir de las ideas de Heidegger, esta “estrategia” muchas veces confundida como una filosofía o como una técnica de crítica literaria, consiste en la revisión y análisis de los elementos que conforman un discurso o texto, identificando sus referentes, revelando su construcción sea a través de procesos históricos o convergencia de metáforas. Esta deconstrucción consiste entonces, en la ruptura de esos esquemas para una mejor comprensión del todo, para entender cómo es su estructura y así pueda reformularse acorde al presente; no obstante, por sí misma no lo hace ya que subvierte el canon, pero no propone una nueva estructura en sí, al menos no abiertamente.
Creo que esa no es la forma correcta de usar RCP
Aunque sea posible emplear y aplicar el criterio de la deconstrucción en un texto, quizás por lo caprichoso, anodino u oscuro de su formulación, a veces resulta inútil desde una perspectiva recalcitrante y tradicional. No obstante, es una estrategia que si bien Jonathan Culler califica de postestructuralista es válida y dependiendo de sus enfoques e interpretaciones – léanse las bibliográficas, literales y reduccionistas – cuestiona el significado de las creaciones; de esos textos literarios y no literarios reconstruyendo – a través de una lectura del discurso y crítica de sus fundamentos analíticos – los elementos que las rodean y forman, sean silencios, paradojas, metáforas, referencias, lugares comunes y demás. Entonces tenemos esto, que el género formado de coincidencias es revisado, interpretado, fagocitado y violado – toda lectura e interpretación desde esta perspectiva deconstructiva es un acto violento –, subvirtiendo su significado esencial. Así, aplicado a un género muy concreto de la media nipona, como es el mahou shoujo, la deconstrucción adquiere matices tal vez magnificados. Sabemos que las series de mahou shoujo se basan en premisas de verdad, amor, inocencia, lucha del bien contra el mal, y la pureza de sus heroínas, quienes aun envueltas en dramas con amenazas de alcance global son capaces de salir victoriosas y virtuosas. El mahou shoujo es un fenómeno amplio, amplísimo de hecho y no pretendemos revisarlo, pero sí es necesario clarificar que la orientación pueril en sus inicios y su edulcoración también es metafórica; son shows infantiles, pero gozan de la aceptación de un público variado. Esta preferencia por historias mágicas lejos de relacionarse con fetiches que no son de interés común, devela que tienen características claras al igual que muchos géneros, pero en este contexto padecen también de puristas conservadores incapaces de soportar la subversión. Quizás las parodias en clave de humor sean las más comunes, no obstante, y pese a esas caricaturizaciones íntegras o en segmentos que pasan por lo grotesco de la exageración, siguen sin perder su esencia y fórmulas. Aquí entra al juego el tema de la subversión pues se está acostumbrado a la burla como concesión coyuntural, mas no al planteamiento que confronte el género con sus contrastes más evidentes, la oscuridad, el realismo, la ciencia, la amargura y la desdicha, imposibilidades en estos universos idealistas. Esto es lo importante del giro, se contravienen las normas y a sus seguidores, se destruye y se reinventa a la vez.
"Feels bad, man..."
De conocimiento popular ahora, occidental, americano incluso – la confluencia del pensamiento francés en su génesis y americano a posteriori – la deconstrucción ha pasado, incluso con sus detractores, a formar parte de colectivos; es cada vez más frecuente hallar el término fuera de contextos académicos estrictos formando parte del habla popular, que aventura sucesivas interpretaciones para entender el mundo desde su perspectiva. Esta tradición anglosajona y universal de asimilar conceptos foráneos ha influido para que en la discusión, si bien no se aplique el método al menos se designe el fenómeno, la llamada deconstrucción del género, del discurso. Si tuviéramos que valernos de algún título para ejemplificar la subversión, deconstrucción y reinvención de un género tendríamos que recurrir a Evangelion obligatoriamente, una producción donde el mecha se reinventó con resultados exitosos evidentes. Con este antecedente, un género muy definido como es el mahou shoujo fue, para el fandom, deconstruido en esta producción por un staff aunque diverso de valía evidente. El equipo de Magica Quartet con Shaft a la cabeza ha sabido interpretar las inquietudes del aficionado, jugar con ellas y plasmarlas en un producto interesante. Es cierto que la particular visión del estudio influencia en la interpretación que podamos tener de cualquiera de sus producciones, pero en este caso, lejos del vanguardismo visual – que aquí también lo tenemos – se conforma un engranaje mayor, una mecánica que subvierte una preconcepción incorporando cargas referenciales y metatextuales. El nivel de profundidad de los temas revisados, el tratamiento del dramatismo, la ambientación de progresión perturbadora, los escenarios de plástica surrealista, el lenguaje particular (runas) y el diseño adrede incongruente, pero tradicional, son la suma de esa intención – pretensión en su momento de concepción, realidad ahora – de reinventar el género, deconstruirlo al extremo de crear un referente, “el” referente del género, tal como su antecesora hizo con el mecha. Se presentó una propuesta extraña en su momento, más por el equipo reunido que por su premisa, se introdujo elementos concesivos con lo preestablecido, se jugó con el espectador – para usar un término del staff podríamos decir también que se les tomó el pelo… pero en el buen sentido – y se dejó al mismo tiempo la puerta abierta a las especulaciones más oscuras posibles, pues considerando que ese staff tenía como guionista a Gen Urobuchi (Saya no Uta y Fate Zero) ya era posible prever algunas cosas. Sin embargo, accedimos al juego, dialogamos los espectadores con los creadores en ese planteamiento, aceptamos interpretando cada milímetro de lo visto, sin dejar de sorprendernos por el desarrollo; he allí el otro valor del producto, el nivel de interacción que ha tenido. Cierto es que las teorías conspiratorias de aficionados poco o nada pueden hacer, pero el staff se ha declarado siempre como un interesado en las expectativas del público, hecho que nos trae a este punto donde no se puede negar la grandeza, simplemente reconocerla.
♫Uninstall, uninstall...♫
Este noveno episodio se ha conectado con el drama desarrollado en los anteriores para proporcionar un cierre planteando el final de un arco o el fin de uno de los obstáculos principales que impedía cumplir la “estrategia” de el/los “agentes interesados” – entiéndase Kyuubey o quizás Kyuubeys como partículas de una conciencia superior única. Hablamos de arcos como segmentos narrativos que desarrollan diferentes realidades, más precisamente puntos de vista o segmentos cronológicos donde la acción y los sucesos responden a motivaciones diferentes dependiendo de la perspectiva de su protagonista. La historia propiamente no desarrolla una segmentación marcada por estos arcos inconexos, ya que toda la historia no muda de ubicación geográfica, ni temporal – al menos hasta hora –, es más como una profundización de personajes y su vínculo superpuesto por las motivaciones propias que devengan o no de las acciones de las demás. Podemos reconocer que el llamado arco de Mami Tomoe tenía su finalidad, introducir a Madoka y Sayaka a este mundo de las mahou shoujo, de allí que surgieran las teorías acerca del fin utilitario y “oportuno” de su muerte trágica; útil porque las niñas podían acceder bajo la promesa del deseo al contrato con Kyuubey, pero más exactamente para introducir claramente, desde la narración, el dilema que conlleva esa elección, la pérdida de la inocencia, la pulsión latente de las emociones agrias y el encuentro final con la muerte. Sayaka por el contrario tuvo que padecer una degradación progresiva, una derrota tras otra con un final trágico dividido en dos que finaliza ciertamente con su conversión en bruja al final del episodio ocho, pero que se cierra con el inicio del noveno. Aquí Sayaka ya no es protagonista, su drama ha dejado de ser el prevalerte para compartir, arrastrar tal vez, en su destino funesto a Kyouko. El manejo del suspense no solo es evidente por la concatenación de historias entre episodios sino por los vínculos que se van forjando a medida que se progresa emocionalmente – aunque sea una avanzada hacia la muerte –, al punto de cambiar una perspectiva o tornarla a su estado original para ser más precisos; sí, hablamos de Kyouko, la comprensión de sus sentimientos y su consecuente sacrificio.
Oh, Kyouko, moderación; recuerda que ya pasó la época
de temas como "Ellos las prefieren gordas"
En las historias de tipo trágico es común usar el recurso del sacrificio, pero ya mencionamos líneas arriba que este show de chicas mágicas incorpora características de otros géneros para contraponerlas a sus principios esenciales, por tanto no resulta un tipo de antojo gratuito sino que se relaciona además con la profundidad emocional corrompida, justamente como otra subversión al género. A diferencia de la oscuridad total del episodio ocho, el noveno tiene momentos cruelmente claros, hasta esperanzadores, con discursos optimistas; todo eso no obstante ayuda a crear una oscuridad tan o más profunda que la de su predecesora. Mientras aún exista una posibilidad, por más que se dude de su efectividad, se puede concebir un desenlace feliz, pero aquí estos enunciados son vacíos, desesperanzados, grises más que luminosos, pesimistas y últimos recursos que no hacen más que certificar la pérdida de todo. No estamos negando la convicción de Kyouko de querer salvar a Sayaka pues rescatarla del laberinto, cargar con su cuerpo, protegerlo en su apartamento, mantenerlo con el mínimo vital y acercarse a su mejor amiga para pedirle su colaboración evidencian una voluntad real, altruista – sabemos ahora que su ofrecimiento de alimento es un acto ritual que sirve para sellar la amistad con el interlocutor, tal como fue con la manzana (el simbolismo de fruto prohibido es más que evidente) ofrecida a Sayaka y el umaibō a Madoka –, que no se condice – tal vez se refuerce incluso – con la pelea a muerte en el episodio cinco. Hablamos de cómo la narración va liberando pistas sobre estos vínculos y es necesario comentar que también conllevan una cruda verdad, la muerte. Tenemos el antecedente de Mami Tomoe y su aceptación, su reconocimiento de la amistad y su reconciliación consigo misma como una condición necesaria para su desaparición. Revisémoslo como datos que dejan traslucir la progresión de los eventos, se accede brevemente a la felicidad para que luego les sea arrebatada, siendo casi como la aceptación de una muerte liberadora que pone fin a la existencia atada a la deshumanizada mahou shoujo. En este punto no se sabía sobre la conversión en casi autómatas de las chicas tras ser despojadas de su alma, ahora la situación es diferente. Las death flags de este episodio hacían prever el desenlace, la muerte de Kyouko y su aceptación, su reconocimiento sobre sí misma y sus ideas, se la humanizó brevemente para arrebatársela al espectador y fundirla en el destino de Sayaka, todo en un episodio, pero que sumado a sus apariciones anteriores compensan esa celeridad.
"It's not like i'm doing this for you, baka!"
Esta suma de conceptos introducidos en una extensión relativamente corta, garantiza un manejo de la historia mucho más efectivo, no se requiere de sendos episodios explicativos que excedan el largo de los arcos para cubrir las cuotas de tiempo; por el contrario, condensan la mayor cantidad de información, textual y visual creando niveles de comunicación, paralela incluso, en una duración limitada. Esta es una de las virtudes de la serie que hasta el momento sabe aprovechar su propio formato, pero esto también contribuye a la introducción del factor externo de la recepción. Todo agente externo capaz de influenciar en el producto creativo – la serie se sigue emitiendo y el staff ha declarado revisar las opiniones de los espectadores – resulta de cuidado ya que además de influenciar en su desarrollo mismo, principalmente interviene en el ámbito de la recepción a través de su opinión. Concretamente el tema aquí es el rol de las expectativas generadas, que ciertamente se han logrado satisfacer, pero eso no garantiza totalmente el mismo efecto respecto a su final. Se espera mucho de la conclusión y la crítica no será concesiva, afortunadamente en este cierre del penúltimo cuarto de la serie hay evidencias para estar confiados. Mencionamos las virtudes que fungen de soporte para estas afirmaciones, de las desarrolladas podemos tomar un ejemplo clarificador, los escenarios posibles. Hasta que no se presente una exposición de los mismos – hecho que no restaría mérito sino que por el contrario reforzaría la idea – la posibilidad de asumir eventos diferentes a los mostrados enriquece la trama, considerando que es un fenómeno natural en toda obra que ofrezca diversos personajes con momentos de protagonismo y una trama sobre el desencanto, la tragedia. El espectador ensayará realidades posibles, creará posibilidades y elecciones, es lo más común en este contexto, especulando con bases o subjetivamente una predicción de los hechos futuros o una explicación de los eventos pasados. Este factor del tercero es muy importante, ya que aquí una pérdida que entraña un significado mayor, como bien apunta Kyuubey, tiene diversas lecturas que ayudan a entender la línea actual de narración. Qué hubiese ocurrido de no presentarse este suceso, qué no hubiese ocurrido, esa es la premisa, más aun si existen agentes que parecen hilar su cuerdas influenciando en las decisiones de las marionetas que son los actores – Kyuubey justificando su accionar por el bien mayor tentando a Kyouko con una falsa esperanza es el mejor ejemplo. No es una ruptura de la llamada cuarta pared, pero sí genera la participación del espectador como agente activo en la composición más allá de su rol habitual.
Servant Class:... LANCER!!!
(Calm down, Shirou)
En el trasfondo del episodio podemos ver claramente el planteamiento de temas morales que se cruzan tanto con los preceptos de la realidad como con los limitados a la ficción, un universo con reglas particulares. No dejamos de lado las referencias críticas al enfrentamiento del pensamiento racional – utilitario – al dilema moral que propugna el derecho humano como eje fundamental, en una perspectiva humanista – correcta, obviamente –, pues estas dos posturas se contraponen considerando que además de sus motivaciones partidarias se sustentan por bases geográficas y raciales. Es más que un pretexto ubicar las contrapartes como miembros de diferentes especies – Kyuubey como miembro de otra civilización racionalista frente Madoka y compañía como civilización regida por muchos preceptos, los morales entre ellos – ya que ayuda a entender las razones de fondo de cada acción/reacción dotando al texto de un dramatismo que coincide con el espectador. Así, los temas primordiales presentados, el arrepentimiento y la compensación adquieren matices crueles al victimizar a los inocentes – si somos estrictos en cuanto a términos, la niñez e inmadurez, es la carencia de cierta capacidad para discernir eficientemente sobre sus propias emociones. En esta situación desventajosa se expone a las menores, a través de un trato engañoso, a obligaciones derivadas de los deseos motivados por caprichos, necesidades egoístas o eventos condicionantes, en base a la compensación, pero una que va más allá de las virtudes recibidas generalmente, acabando con la razón del deseo y su rango de alcance; se ofrece un milagro – con el poder para destruir a Dios mismo como dice la letra del ending – pero este es inútil si a cambio se les arrebatará su humanidad. Ésa es la perspectiva humana, ese dilema que pone en una encrucijada a la contratante y la obliga a deshumanizarse y a la resignación, a diferencia de la perspectiva racional de los incubadores que miden las consecuencias en costos/beneficios sin importarles que el bien mayor requiera de sacrificios. Por otra parte, el arrepentimiento es la consecuencia directa de esta confrontación en la que se ven inmiscuidas las MS, quienes terminan quebrándose perdiendo su humanidad o resignándose a su desaparición – Sayaka y Kyouko respectivamente –, aspirando solo al consuelo del olvido, al placebo que representa la muerte en una forma de expiación por sus pecados humanos, sus pasiones, que paradójicamente son las que deberían mover su ser, su Raison d'être, no solo porque sus poderes devendrían de ellas sino por que eso las hace humanas. Cierto que de una forma retorcida esa deshumanización y conversión a objetos vacíos las hace instrumentos, pero ¿no son acaso sus deseos las que las mueven a partir de ese momento, característica básicamente del ser humano? Sí, no obstante cuando un agente externo interviene, el llamado libre albedrío es una ilusión, un mero engaño. Ese es el truco, sobre Madoka se ha dicho que sería la mahou shoujo más fuerte, pero a su vez es su destino convertirse en la bruja más terrible, ambas caras de la moneda de esta negociación ponen sobre el tablero el alto precio de la compensación como leitmotiv de la historia, donde las jóvenes tienen en sus manos grandes responsabilidades, de escala universal esta vez, como ocurría con el newtype – menores piloteando robots para salvar a la humanidad – de las series mecha.
♫Zettai unmei mokushiroku / zettai unmei mokushiyami, mokushirokumokushi kushimo, shimoku kumoshi, moshiku shikumo...♫
Revisemos ahora cómo los personajes interactúan con sus respectivos símbolos. Sayaka, quien esgrime valores hidalgos, muchos de ellos a consecuencia de su encuentro con Mami Tomoe, padece de las consecuencias de sus bajas pasiones, por tanto su laberinto de bruja representa cada motivo que la movió o refleja. Anteriormente las brujas si bien eran vistas como seres deformes y monstruosos, se reconoció desde un primer momento que lo bizarro de sus apariencias guardaba relación con sus dramas;
mahou shoujos deshumanizadas que se ven forzadas a acarrear con sus obsesiones materializadas en extensiones de su cuerpo. Miki Sayaka no es la excepción, y por el contrario quizás sea la bruja con mayor simbolismo visto, decimos quizás porque es posible que al conocer su drama somos capaces de identificar cada referencia. Okatavia von Seckendorff es conformada por un laberinto/barrera con rieles de trenes, ruedas de la fortuna, una sinfónica y un anfiteatro como locación espacial, además de presentar la forma de una sirena, armadura y un nombre mismo caballeresco, pero llama más la atención lo doloroso de su conversión al estar su espíritu representado por sus bajas pasiones y que en un apartado inferior, en una recámara aparte permanezca la única sombra de Kamijou en clara referencia a la imposibilidad de admitir sus sentimientos en vida por ese objeto del deseo. La cantidad de referencias empleadas en la construcción de Oktavia es notable y podríamos revisarlas una a una, pero sería un trabajo más pertinente al formato de ficha de personaje, razón por la que resulta suficiente mencionarlas – para profundizar en estos detalles recomendamos revisar el site
http://wiki.puella-magi.net/ donde podrán encontrar información cuantiosa sobre el particular. Es importante anotar, por el contrario, las referencias al rol de caballero que incorpora en las personalidades de Sayaka y Kyouko, el vínculo necesario del desenlace. En las historias con predominancia de caracteres femeninos, y concretamente en shows de
magical girls el factor lésbico si no es sugerido, es abiertamente propuesto; es casi una norma, uno de los lugares comunes lejos de malinterpretarse con aquella particular visión de la amistad y cercanía que parecen otorgar los japoneses a los adolescentes de sus obras. Ejemplos sobran dentro y fuera del género, siendo los más comunes
Bara no Versailles,
Shoujo Kakumei Utena y M
ahou Shoujo Lyrical Nanoha – obra constantemente relacionada a Madoka Magica no solo por compartir director sino también por presentar rasgos diferentes en el género y ser pese a eso, íconos –, donde el contraste de personalidades representa el complemento en una relación que llega a concretarse o se delimita por las reglas de la serie, siendo solo implícita. Kyouko reconoce que los valores “heroicos” de Sayaka son similares a los que poseía en su infancia y que la motivaron a convertirse en MS, por eso la aversión inicial entre ambas ahora se plantea como posturas diferentes de un mismo pensamiento que
ad portas de la muerte no hacen más que confluir en un torrente cálido – el de la compasión, deseo, pasión, ¿amor? – representado por la sangre derramada. Nótese que durante la batalla, la sangre derramada de Kyouko presenta una mezcla cromática de rojo y azul, colores que representan a las dos; junto a las lágrimas de Sayaka – también gotas de lluvia en el episodio – son referencias claras de su naturaleza complementaria, que las enfrenta en la vida, pero las une, ata o hasta encadena en la muerte.
♫In other words, please be true / In other words I lov...♫
¡Lo sabíamos Kyouko, lo sabíamos!
En el caso de Homura tenemos a un personaje estoico, apático, enmascarado en una personalidad conveniente para su propósito, que es el de impedir la conversión de Madoka en MS. Homura pese a quebrarse delante la protagonista en el episodio anterior, sigue usando sus recursos habituales, acompañada de un discurso utilitario esta vez, práctico, cruel, y hasta egoísta; el orgullo al que alude Kyouko es infundado ya que no sabemos – aunque intuimos, especulamos más precisamente – con exactitud qué la mueve, cuáles son las motivaciones exactas y en qué contexto se dieron. Cuando mencionamos que su discurso es utilitario lo hacemos por su paralelo con Kyuubey, quien enarbola el bien mayor que representa salvar a la humanidad sacrificando unas vidas humanas justificando así, la constante tentación a Madoka; Homura por el contrario no propone un bien mayor, pero sí un beneficio propio o compartido al querer salvar a Madoka – ¿y su relación? – de forma egoísta, instándola constantemente a no contratar, pero sin razones claras aún. En otra perspectiva, tanto forma y fondo de ambas posturas no significan una opción, sea por la frialdad o crueldad de aquellas o por la delgada línea que las divide propiciando una incertidumbre informativa. Madoka tiene un predicamento moral porque no es capaz de asir el mundo con sus razonamientos, movidos ahora por los sentimientos; el shock emocional que padece es justificado por la serie de sucesos trágicos ocurridos hasta ahora y coronados con los de este episodio, allí la razón de su incapacidad para reaccionar, la información no es confiable, no es suficiente, es parcial, inoportuna y entra en conflicto con sus preceptos. Kyouko por el contrario, como clara figura protagónica del episodio ve su drama desarrollado y finiquitado, aunque no sabe cómo solucionar las cosas sabe qué debe hacer, intentar y forzar soluciones, por tanto se vincula al destino de Sayaka mediante lo trágico y lo ideal de sus propias creencias. Su personalidad sanguínea, activa, dinámica bien se representa por la gula, por esa actitud insaciable, por esa clara marca masculina de la toma de decisiones y la confrontación – es probable que aquí el espectador note referencias fálicas más evidentes con la respectiva modificación de su lanza – la van a llevar a una conclusión, apresurada en efecto, pero válida desde su perspectiva y es que la deshumanización, con su incapacidad para solucionar dos eventos desafortunados – el caso de su padre y el de Sayaka – y el encuentro con su contraparte complementaria no hacen más que la resignación se apodere de ella y se valga del sacrificio como expiación, sí tal como hizo Sayaka. Ambas comparten situaciones y sus motivaciones aunque diferentes, las orillan a lo mismo; Kyouko expía sus pecados con los ataques de Sayaka, con la desesperación provocada por un plan fallido impulsado por un inocente optimismo reduccionista, se enfrasca en una pelea que se basó en la ignorancia, en la fe únicamente – death flags evidentes – y llega a la conclusión de que sólo aquellas que no tienen nada que perder deberían luchar, una pelea de las desahuciadas. De acuerdo a esto, todos los personajes reaccionan en base a los demás, pero el drama es más notorio cuando sabemos que algunos siguen siendo influenciados o manipulados por intereses que desconocen; Kyuubey revelando que omitió información vital ante Kyouko genera repudio al ser el responsable de haber puesto fin a una niña añorante que en sus momentos finales solo clamó a Dios por un sueño feliz.
Come at me bro!!!
El apartado técnico esta vez se ha valido de animación detallada, los encuadres buscan reforzar situaciones y los escenarios gozan de una gran cantidad de mensajes complementarios al discurso. El relato, la narración y la historia cuentan con técnicas de exposición gráfica que aun sin recurrir al barroquismo visual de episodios anteriores resultan increíblemente adecuadas. Este impacto plástico generalmente asociado a la animación cuasi experimental, más mezcla de de técnicas que innovación gráfica, conduce a una finalidad asociada con lo contado. Esta vez los tiros de cámara son más extremos, la sensación de encierro es más notoria, la claustrofobia del episodio ocho también está presente aquí, y la aparición de elementos simbólicos irrumpiendo en los diálogos es perturbadora. Vemos por ejemplo que fuera del laberinto, durante la reunión de las tres chicas, la presencia de ruido externo, de rieles, de metal y contraluz no solo promueven una imagen del peligro sino también del acecho, basta notar en los extremos dos faros rojos “contemplando” la escena, tal como en el sueño del primer episodio y como en la parada de buses en el episodio ocho, clara referencia a Kyuubey. Este tipo de juego que aprovecha el estado emocional, presenta una serie de escenas oscuras, no difuminadas, de mucha nitidez por el contrario, de buena definición que hace prácticamente a todo background notable en el episodio. Reforzando la situación, los saltos y escenas incrustadas en el diálogo entre Madoka y Kyuubey cambian acorde al tono de la revelación, pasando de la fría y tranquila oscuridad a tonos cálidos asociados al llanto y lo emotivo, incluso los paneos al entorno parecen incrementar el efecto. Las tres tomas de sillas en la habitación no solo referencian a Bokurano como dijimos, sino que son interrupciones visuales que al igual que la sinfónica de Oktavia acompañan los eventos con la finalidad de perturbar, es decir, un crescendo emotivo. Es así como vemos el laberinto final de Oktavia, circular no solo por su primer significado de anfiteatro respecto a lo musical de su obsesión sino por la puesta en escena, tal cual una ópera trágica donde es la reina cruel en el centro y a su vez el monstruo a vencer de los mitos. En síntesis, un episodio formidable, complemento directo del octavo, con revelaciones propias de un episodio múltiplo de tres – una de las cientos de fórmulas ocultas que presenta esta serie – y final de penúltimo cuarto que supone un giro argumental. ¿La serie de la temporada? La pregunta a estas alturas ya es innecesaria, Madoka Magica ya es un fenómeno cuyo análisis apenas empieza; una serie de profundidad en diversos niveles que la posiciona como título fundamental, favorita de este servidor y consentida del proyecto.
So as I pray, Unlimited (and explosive) Spear Works!!!